Japonesa
Estaba sentada, en la barra de siempre, esperando que el itamae de siempre me sirviera algo de comer. Tenía veinticinco minutos libres antes de la siguiente reunión, así que decidí aprovecharlos para almorzar algo al paso.
A mi lado se sentó una chica. Alta, rubia, con un vestido de tarde negro y maquillaje recién puesto. Era raro ver entrar a alguien así una tarde de verano. Me dispuse a observar. Mientras el itamae preparaba los cortes de sashimi, la chica de al lado sacó un espejo del bolso y comenzó a arreglarse el cerquillo. Parecía recién salida de la peluquería, no tenía por qué estar tan nerviosa. Minutos después llegó un chico, algo más bajo que ella, con el mismo nerviosismo sudando por su frente. La vio en la barra, miraba la carta. Sacó un pañuelo, se secó el sudor, siguió avanzando. Se saludaron. Ella era definitivamente más alta que él. Miré hacia abajo y pude ver que usaba taco cinco. Ese vestido no podía estar acompañado por zapatos chatos. Ella sabía que él era más bajo, pero no estoy segura qué tanto más sabía sobre él. Buenas tardes, pude notar el acento extranjero. Are you comfortable speaking in english? Él se sonrojaba y respondía en una voz demasiado queda para escucharlo. Oh, really? Eso debe haber significado que si. Abrí la carta que me habían dejado. En letras pequeñas, luego de cada producto, estaba la traducción al inglés. How much time do you plan to stay in Lima? El inglés del chico no estaba tan mal. I'm leaving on Friday. The firm is about to finalize an interesting merge on Monday and as a partner, I need to be there for the meeting. El chico, al que podía ver mejor que a ella, parpadeó. Vas a tener que apurarte, pensé. Can you excuse me a minute? El chico se levantó y se dirigió al baño.
El itamae me preguntó si quería sashimi de atún ó solo de salmón. El atún se veía fresco, acepté algunos cortes. La chica tomó su cartera, sacó el celular, lo miró, lo volvió a guardar. No tienes llamadas perdidas sonreí mientras intentaba entender qué hacía que una chica como ella fuera tan insegura. El chico volvió, esta vez más relajado. Se sentó a su lado y abrió la carta. I already know what I want to order. El chico siguió mirando su carta. Mal comienzo.
¿El postre de siempre? me preguntaba el itamae, más por cortesía que por curiosidad, ya lo estaba preparando. Asentí sonriendo mientras intentaba esforzar mi oído lo suficiente como para seguir la conversación. Para entonces había llegado mucha más gente y se me estaba haciendo difícil escuchar. El itamae les preguntó si ya querían ordenar. Yes please, I would like a... el chico la cortó en seco alzando ligeramente la voz, dirigiéndose al itamae sin pestañear She would like the beef and asparragus roll, I would like the salmon skin one. Please also bring us two glasses of white wine and water. Acto seguido se volteó y la miró Am I forgetting anything? La cara de la chica era de asombro. Estaba totalmente descompuesta. A solo tres días de regresar a su país había encontrado justamente lo que necesitaba. Un hombre con suficientes pantalones para tomar la palabra, pedir por ambos y sonreírle con complicidad. Más aún, con la sensibilidad suficiente para que la aclaración fuera sutil, sin hacerla sentir mal.
En ese minuto pensé en una amiga, a la que había vuelto a ver después de mucho. Salimos juntas a un bar la semana anterior, con el chico que le interesa y un amigo suyo. Fue una noche divertida. Al dejarla en su casa, recuerdo que los chicos le agradecieron haber pagado los tragos. Recordé haberle tocado el tema la siguiente vez que la vi. Me respondió que le parecía normal, y a sus amigos también, salvo a uno con el que solía discutir cada vez que lo hacía.
Un comentario en la mesa de atrás llamó mi atención. ¿Estás seguro que no quieres probar este? era una chica blanca pero bronceada, de pelo castaño, shorts de jeans y polo blanco suelto. Si, estoy seguro, comí algo antes de venir. El chico parecía tenerle cariño y además ser muy paciente. Pero deberías probarlo, estoy segura que te va a gustar. Le sonreía, invitándolo a intentarlo. Te creo, prometo probarlo la próxima vez. Si, definitivamente le tenía paciencia. Si quieres lo pedimos y yo me como la mitad. Sin dejar de sonreír, levantó la mano y llamó al mozo. Lo estás haciendo todo al revés, deja de presionarlo pensé, mientras pedía la cuenta. Ya habían pasado veinte minutos y tenía solo cinco para llegar a mi reunión en el edificio de al lado.
¿Qué pasa hoy en día con las mujeres? Es cierto, somos más independientes. Hoy podemos comprar un departamento, manejar nuestra propia camioneta y atender nuestro trabajo desde un spa. Y si, eso nos permite elegir con mayor libertad. No tenemos que pedir que alguien nos extienda una tarjeta de crédito mancomunada para salir de compras, ni tenemos que rendir cuentas a nadie sobre cómo la utilizamos. A mayor libertad, mayor oportunidad de disfrute. Podemos salir de vacaciones con amigas, independientes como nosotras, al lugar que escojamos ir. Podemos salir, una noche cualquiera, a ese lugar al que él no iría ni invitado. Más aún, ni siquiera tenemos que pensar en él. Pero, ¿acaso esa independencia está haciendo que invirtamos los papeles? Me pregunto cuántas habrán pensado en esto. Y si es así, ¿es eso lo que queremos? ¿Lo que realmente queremos?